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Los malls y los minoristas se las ingenian ante la crisis en Venezuela

April 3, 2019

En Venezuela, los 210 centros comerciales y sus inquilinos están tan golpeados por la turbulencia económica y política del país como la población en general. Pero, tal como hacen sus clientes, se mantienen a flote.

“Desde los inicios, nuestros centros comerciales fueron concebidos como destinos de entretenimiento, servicios y comercio, por lo que se explica que aún siguen atrayendo clientes, a pesar de la crisis política, la hiperinflación y la escasez de bienes básicos”, dijo Claudia Itriago, directora de la Cámara Venezolana de Centros  Comerciales, Comerciantes y Afines (CAVECECO). “Siempre hay que ir a la farmacia, al supermercado, al banco o a comer, a ver una obra teatral o una película, y los malls ofrecen todo esto en un ambiente agradable y seguro”.

No hay datos oficiales disponibles, pero los ejecutivos entrevistados para este artículo estiman que las ventas han bajando en al menos 70 por ciento desde 2017. La economía de este país de 32 millones de habitantes ha estado girando fuera de control. Su PIB se contrajo en 37 por ciento entre 2013 y 2017, agravado por la caída en los precios del petróleo. La tasa inflacionaria anual alcanzó 1.3 millones por ciento en los doce meses conducentes a noviembre de 2018. Más de 3 millones de venezolanos han abandonado el país desde 2014. 

Tanto los ciudadanos como los negocios han tenido que lidiar con la ristra de apagones, consecuencia del  deteriorado sistema energético. En marzo, el país entero sufrió un apagón general que duró casi una semana. Durante el apagón, el centro comercial Sambil Maracaibo, en la ciudad de Maracaibo, fue saqueado.

La inflación anual alcanzó 1.3 millones por ciento el año pasado

La inflación anual alcanzó 1.3 millones por ciento el año pasado

En medio de todo este desorden, parece increíble a simple vista que CAVECECO reporta una tasa de desocupación promedio en los centros comerciales de solo un 10 por ciento. “Parece bajo, pero en verdad es alarmante, ya que en el pasado habíamos tenido centros que nunca tuvieron espacio vacío alguno”, dijo Itriago.

“Los centros comerciales venezolanos están operando a tres cuartos de máquina, mientras esperan que se resuelva la situación económica y política del país”, indicó Freddy Cohen, presidente de CAVECECO y director general de Contructora Sambil, firma propietaria de siete centros comerciales en Venezuela.

Un estudio de CAVECECO muestra que el número de visitantes a los centros disminuyó en 30 por ciento en 2017 y un 30 por ciento adicional el pasado año. Las tiendas ahora tienen poco inventario y menos empleados.

Aun así, llegan clientes.

“La vida sigue su curso, y las personas se casan, celebran cumpleaños y aniversarios, y todo esto lleva a que se compren regalos y ropa”, dijo Cohen.

Los venezolanos sufren escasez crónica de comida y medicinas

Los venezolanos sufren escasez crónica de comida y medicinas

Un minorista que aún no se da por vencido en Venezuela es el franquiciado de Zara, que reabrió su tienda en Sambil Barquisimeto luego de cerrar hace cuatro años por lo dificultoso que resultaba el obtener divisas para adquirir importaciones, dijo Cohen.

Las expansiones o los desarrollos nuevos son casi inexistentes, indican los ejecutivos. Centro Comercial El Recreo de la Castellana, parte de un proyecto de usos mixtos en un pudiente sector de Caracas, aún no ha abierto sus puertas, a pesar de que Inmobiliaria N.S.M. inició su construcción en 2015. Centro Comercial Parque Cerro Verde, inaugurado en Caracas a finales de 2016 a un costo de más de $60 millones, solo cuenta con una docena de negocios abiertos de un total de 480 locales.

Además de la hiperinflación y los frecuentes apagones, las firmas también tienen que lidiar con medidas de control de precios y rentas, problemas de seguridad, auditorías constantes y el “voraz apetito fiscal del gobierno”, indica Lerryns Pérez, presidente de Grupo Iro, propietario de Centro Comercial Las Trinitarias, en Barquismeto (250 tiendas) y Centro Comercial La Granja, en Valencia (100 tiendas).    

Estos dos centros de Grupo Iro tienen plantas generadoras que les permiten operar durante los apagones. Otras medidas para enfrentar la crisis incluyen el reducir las horas operacionales de los centros comerciales, y cobrar rentas basadas en un porcentaje de ventas, en vez de rentas fijas. Además, estos centros siguen auspiciando actividades para continuar atrayendo público.

“Tenemos muy poca desocupación, menos del 15 por ciento, gracias a las medidas tomadas para apoyar a nuestros inquilinos y seguir operando”, dijo Pérez.

“Desde los inicios, nuestros centros comerciales fueron concebidos como destinos de entretenimiento, servicios y comercio, por lo que se explica que aún siguen atrayendo clientes, a pesar de la crisis política, la hiperinflación y la escasez de bienes básicos”

No obstante, las ventas son una quinta parte de lo que eran hace dos años y el número de visitantes ahora es menos de la mitad, señala Pérez. 

Los malls y los minoristas también tienen otras maneras de enfrentar la crisis. Por ejemplo, en algunos centros comerciales, los comercios operan mini tiendas que venden mercancía a precios bajos.

Las ventas minoristas se realizan en dólares y a veces en euros para mitigar la escasez de la moneda venezolana y la hiperinflación, explica Cohen. La mayoría de las transacciones se realizan en efectivo debido a los rigurosos límites impuestos por las emisoras de tarjetas de crédito,   las débiles redes de pago electrónico y los apagones. La hiperinflación motiva a los consumidores con ingreso disponible o cuyos ingresos se ajustan automáticamente a la inflación a gastar su dinero de inmediato, explica Cohen.

Y a pesar de todas estas trabas, sobreviven los minoristas y los propietarios.

“En Venezuela nos ha tocado vivir momentos críticos, pero precisamente debido a ello nos hemos fortalecido como industria de centros comerciales y con un retail profesional que está empujando hacia el futuro”, dijo Noraida Negretti, gerente corporativa de centros comerciales y diseño estratégico de Fondo de Valores Inmobiliarios (FVI), un desarrollador venezolano que cotiza en la bolsa y cuya cartera incluye proyectos de vivienda, edificios de oficinas y cuatro centros comerciales dirigidos al sector de altos ingresos.

Sambil Caracas

Sambil Caracas

El año pasado, unas dos millones de personas visitaron los cuatro centros comerciales de FVI. Esta cifra es solo un tercio de los visitantes que tenían hace tres años, explicó Negretti.  

Los inquilinos de FVI también han tenido que hacer ajustes para mantenerse abiertos. Los bancos, por ejemplo, han reducido su horario operacional, los restaurantes han incorporado entretenimiento y ofrecen “menús creativos” con precios competitivos, y los minoristas de tecnología ahora ocupan locales más pequeños y venden mercancía a precios más asequibles, indica Negretti. Los consumidores ahora reparan y cuidan mejor sus artículos, y estas prácticas han creado otras oportunidades para los comercios que ofrecen tales servicios.

Ha surgido también una nueva cepa de empresarios locales para llenar el vacío que dejaron las importaciones y las cadenas extranjeras tras su salida, indican los ejecutivos. Por ejemplo, el exfranquiciado de Cinnabon en Venezuela abrió Acanelado, una cadena local que vende panecillos con canela de receta original. La cadena de cafés Páramo Café ahora tiene ocho locales luego de debutar en 2016. Asimismo, Franca, una repostería local, ostenta tres tiendas. Hecho en Venezuela, un minorista emergente que vende ropa y accesorios confeccionados en el país, tiene una tienda en Centro San Ignacio, uno de los centros comerciales de FVI en Caracas.

“Comerciantes y empresarios altamente profesionalizados, adaptados a sobrevivir en situaciones de crisis, mantienen la actividad comercial y de los centros comerciales con gran esfuerzo y trabajo, a la espera de mejores momentos para su recuperación que, con toda seguridad, llegará pronto”, puntualizó el consultor Mario Castro, presidente de Shopping Centers Solutions & Management, firma con sede en Caracas.

Paseo El Hatillo-La Lagunita en Caracas

Paseo El Hatillo-La Lagunita en Caracas

Castro fue propietario de cinco tiendas que se especializaban en los productos de belleza Esteé Lauder. Solo una, en Tolón Fashion Mall, permanece abierta. La tienda vendía un promedio de 1,786 unidades al mes en 2016, mientras que el pasado año vendió solo 124.

Los restaurantes y locales de comida, mientras tanto, ajustan el menú de acuerdo con los productos disponibles. Por ejemplo, McDonald’s a veces ha sustituido sus emblemáticas papas fritas por yuca frita.

Churromanía, cadena venezolana de churros, ha hecho cambios en su menú para mantener abiertos sus 70 locales, que, con la excepción de dos, operan como franquicias.

“La situación ha estado difícil durante los pasados quince años, radicalmente difícil durante los pasados diez, y súper radicalmente difícil durante los pasados cinco”, indicó Ariel Acosta Rubio, presidente y fundador de Churromanía, con 70 locales adicionales fuera de Venezuela.

“Ha habido veces cuando nuestra operación local no ha generado ganancias y la de Estados Unidos la rescata, con la esperanza de que termine la crisis y comience la reconstrucción de nuestro país”, dijo.

La estrategia de Acosta también consiste en al menos cubrir los gastos de operación y retener los cerca de 700 empleados. Las ventas de Churromanía han disminuido en 30 por ciento en los pasados tres años. (La  contracción es menor que en otras categorías de alimentos, ya que las meriendas y los dulces tienen precios más bajos). No ha tenido que cerrar ni una sola tienda. Eso sí, la sede corporativa de Churromanía se ha contraído y las tiendas abren más tarde en la mañana.

“Venezuela es un país en guerra y hay muchos empresarios que hacen todo lo humanamente posible para que siga operando”, dice Acosta. “Cuando todo esto termine, estaremos listos con una red de tiendas y la infraestructura”.

por María Bird Picó

Contribuidora, Shopping Centers Today